PRESENTANDO LOS MÁGICOS PERDEDORES E IRREDENTOS MELOVINILOMANOS (2018...): educación ante todo


Cerca de un mostrador, como quienes intuyen que se pueden construir otras realidades tangenciales en los momentos más monótonos y nimios; creo que lo pusimos por aquí nosotros acabábamos hablando de música: quién fue más beatle Lennon o McCartney?, el rockabilly siempre te hace vibrar!, los matices de la música folk latina, ¿qué es más duro el jazz o la música clásica?, ¡el flamenco y el blues son lo mismo!, ¿volverá el progresivo, ¡mucho glam-punk, existió el acid disco?

De izquierda a derecha hemos:


Wilson Maravella: criado en una familia de melómanos sacralizó de manera permanente la música de su infancia, aquella que sonaba cuando su vida estaba dentro de los cánones de lo socialmente deseable. Rasgó la guitarra siendo imberbe, escribiría canciones para zafarse adolescentemente de las burlas de sus iguales, incluso fue expulsado ya joven de un coro por no dar la nota en campana sobre campana. La pandereta, los karaokes y su mirada hagiográfica en www.lafonoteca.net le fueron más considerados. Lo mismo danza amaneradamente con adagios que llora irremediablemente con el pop más indio, rumba catalana en navidades y bossa nova y black soul si se puede amar sin horarios y fechas, detesta el heavy y el hard rock pero menudea por el jazz menos programático o las programaciones plásticas de los tontos 80, siente una debilidad casi arqueológica por el recóndito folk mediterráneo valenciano y llena de palmas los silencios de todas las canciones. Maestro del contrarritmo, según su primo y mentor que le diría tiernamente: haces lo más difícil pero sin saberlo. Es de mirada amplia pero tozudamente puntillista, lleva meses embadurnándose con rugosos vinilos que le devuelven una mirada de peripuesta condescencia. Tristemente tuvo que parar de apretujarlos por falta de geometría y así se decidió a mostrarlos al mundo, hacerles el amor en medio de la red por si algún mortal necesitaba parar, soñar o esconderse un rato.

Le sigue:

Doctor Grijando: nace a orillas del luminoso mar Mediterráneo, en una ciudad costera que antiguamente vió arribar en sus puertos comerciantes de todos lares, al amparo de la cultura por antonomasia que recoge a la vez que proyecta la talasocracia como espíritu inmortal perenne. Ello le hace escuchar desde temprana edad palabras como Grecia, Croacia,Fenicia, Egipto, Alejandría, Turquía, Magreb... todo lo que arrastra el constante y rítmico sonido del mar desde lo más profundo de su lejanía, que llega más tarde o máscara temprano envuelto en redes y velas de naves que alguna vez salieron a buscar algo más allá de la tierra. Doctor Grijando visita una ciudad de ensueño donde el aroma de madera y té se mezclan con el vibrar de las cuerdas de instrumentos que nunca se sabe cuándo ni dónde nacieron y nunca se sabrá cuándo ni dónde morirán. Hablar de falsetas morunas, síncopas negras o compases ternarios es para él encerrar la libertad del mestizaje y definir lo indefinible, porque la pureza musical no existe, sino la piel de gallina y los huesos del oído - martillo, yunque y estribo - fraguados a golpe de cante en herrerías gitanas de montañas trashumantes.

 En el foreground:

Dalton Hyco: chapoteando en los márgenes del Río de la Plata y como todos los habitantes de ese pequeño rincón del mundo es un hijo del fuego, también del mar, del pasto pero especialmente del fuego y del calor de sus brasas. Parrilladas, fogatas y llamas urbanas que afinan lonjas de tambores son elementos intrínsecos en la alquimia de su cultura. Siendo niño descubre su interés por los ritmos gracias a las reuniones familiares. Las acaloradas tertulias de los mayores eran el escenario perfecto que le permitían escabullirse en la Sala de Música del caserón de sus abuelos y acceder a esos vinilos cuidadosamente apilados sobre una mesa. Acetatos multicolores con portadas estrafalarias a la espera del aguijón que les dará su soplo de vida a 33 RPM. The Beatles, Hendrix, Clapton, Pink Floyd, Deep Purple, Yes, Santana... Ahí sentado en un sofá color mostaza, entre vasos de cerveza abandonados y humo de tabaco nacía una afición que le acompaña hasta el presente.

A su vera:

Raúl Gordon: manufacturado en el ochenta y tres, creció con ritmos ochenteros españoles para más inri, bajo influencia de sus hermanos mayores principalmente con Gabinete Caligari, Los Rebeldes y Duncan Dhu. Más tarde viajaría a los 60 al compás de los Brincos o Los Salvajes, confluyendo con Beatles (God bless Sir Paul McCartney) y Johnny Halliday. Obnubilado por su fiebre delorean aún prorrogaría la marcha atrás con los 50's de Cochran o Burnette. Sin importarle los circunloquios temporales lo mismo new romantic que Mike Olfield y otros héroes como Robert Gordon, Stray Cats y Pepe Risi y Johnny Cifuentes de Burning. Se declara experto y groupie de Miguel Ríos y el tristemente desaparecido Bruno Lomas.


Bien, les Jeux son faits, y si tú también exudas música y quieres contarnos la historia de ese disco, la fiera inmortalidad de la canción con la que te enamoraste por vez primera, cómo tocar un instrumento sin entrar en un conservatorio o banda de música, desmenuzar la loca existencia de un grupete guapo, colgar vídeos de cuando Mtv era comida gourmet o quizás compartir tus propias canciones, tu tesitura vocal o no sabes donde meter tus afilados acetatos y te estorban... éste es tu lugar, tu gramola, tu music hall, escríbenos y desgañítate como si estuviese en la ducha, propaga tu melovinilomanía

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